Bueno… Todavía no son mías, porque aún no existen. Según una antigua leyenda japonesa, al que que haga mil grullas de origami se le concederá un deseo.
Los trabajos manuales me gustan, porque me distrae de la constante vida tecnológica y digital en la que trabajo. Acabo de conocer esta tradición japonesa, Senbazuru, y me ha parecido maravillosa. No por la leyenda, ya que no creo en ellas, sino porque el origami me relaja. Así que hacer mil grullas de papel se va a convertir en mi propósito de 2018 en adelante (me he propuesto hacer una grulla al día).
Con esto no sólo me obligo diaramente a desconectar, sino también a luchar contra la falta de constancia que suelo tener habitualmente. Llego mucho tiempo deseando hacer las dos cosas, así que estoy muy motivada con este proyecto personal.
He de decir que, para facilitarme un poco el tema, he decidido comprarme hojas de papel para origami, de una consistencia adecuada y recortadas en cuadrados del tamaño necesario. Así que no podré empezar hasta que me lleguen, pero prometo empezar a hacerlo ese mismo día.
Sé que puede parecer una tontería, pero creedme que la necesito. Necesito mil grullas de papel.